
Monseñor Jorge Lozano dejó a todos «con la boca abierta»
Si por mí fuera, prescindiría absolutamente de darle cabida a la controversia desatada por Monseñor Jorge Lozano, pero nobleza obliga, es noticia en todo el mundo. Ya tendríamos que haber aprendido a desechar, desobedecer e ignorar este tipo de bajadas de línea tan absurdas y autoritarias. La mejor escuela debió ser la ridícula pandemia de Covid 19, donde vimos todos azorados a la Iglesia de Francisco siendo cómplice irrestricto y con la cola entre las piernas, cuando cerró los santuarios, sacralizó la vacunación, bautizó niños con pistolas de agua para «cumplir con la distancia«, se pospusieron o modificaron confirmaciones, primeras comuniones y matrimonios y ni mencionar que restringieron las visitas a hospitales y residencias de ancianos. En fin todo aquello que a muchos nos alejó para siempre.
Esa misma Iglesia complaciente con la Agenda y el Nuevo Orden, tibia ante la masacre de mas de 170 mil niños (asesinados en hospitales públicos y bancado por nuestros impuestos, sólo en los dos primeros años de vigencia de la ley 27610 de aborto legal en Argentina), impávida ante la ideología de género en las escuelas y condescendiente con el robo a mansalva del poder político de turno.
Ahora bien, vamos a la médula de esta ostentación de «nueva normalidad» que nos ocupa, luego de que Lozano firmara el protocolo N° 127/ 2025 en el que sentencia en sus dos primeros puntos lo siguiente:
1) Los ministros que asistan en el altar (de toda edad y condición) comulgarán siempre de pie y en
la mano.
2) En las celebraciones de los Sacramentos de Iniciación Cristiana los catecúmenos (de cualquier
edad) recibirán la Sagrada Comunión únicamente de pie y en la mano.
Lo presenta tajante e inexorable, no como una opción. Ahora la pregunta es ¿ En base a qué desconocida atribución Monseñor Lozano puede ir en contra de de la liturgia de la iglesia establecida e imponer exclusivamente la comunión en la mano? ¿Será por miedo a tocar la saliva de la gente? ¿Asco o repulsión tal vez? Se sabe que el tema de recibir el Cuerpo de Cristo en la mano sigue siendo un indulto, y el modo tradicional de comunión en la boca no se ha derogado. Para que la imposición de la comunión en la mano fuera válida, se tendría que haber abolido la comunión en la boca, algo que no ha ocurrido. «El sacerdote o el obispo que quiere imponer la comunión en la mano y negar la comunión en la boca, hay que denunciarlo inmediatamente al nuncio apostólico y a la Santa Sede» dijo recientemente el Abogado Canónico José «Pepe» Sierras desde España preocupado por el tema. «Hay que actuar sin compasión, porque lo que hace este obispo es un ataque brutal, es un enemigo total de Jesús«.
En búsqueda del justificativo de la medida del Arzobispo, encontré una explicación famélica en aquél prístino protocolo del 25 de marzo de 2022, (fuente que inspiró al de agosto pasado) donde rezaba que «el objetivo declarado es proporcionar una lección «catequética», abordando la supuesta desacralización de recibir la Comunión en la mano y de pie, y contrarrestando las afirmaciones de que esta práctica es sacrílega».
El error y el sacrilegio verdadero, es profanar y negar la fuente y el origen de la Santa Comunión, obligando a los catecúmenos a hacerlo como un obispo lo impone y no como los chicos lo sienten y quieren. Ahí está la madre de la traición. Espero que algún día a Lozano no se le ocurra innovar la ceremonia del bautismo y le exija a los bebés sumergirse en la pila con un gel antibacterial para purificar el alma y así desacralizar la higiene del espíritu.
Estimo humildemente y fuera de toda ironía, que con otorgar la libertad de conciencia a los fieles, el problema se hubiera minimizado. Darlo como opción y no como imposición. Para muchos católicos, recibir al mismo Jesús es el acto perfecto de adoración, y les nace caer de rodillas ante semejante goce y privilegio. Si los hombres no se arrodillan frente al mismísimo Dios Nuestro Señor…ante quién pretende Monseñor que sus fieles lo hagan?