Nota de opinión

Las maestras que no podían maquillarse, tener novio o usar vestidos que mostraran el tobillo

Hace 150 años llegaban las primeras maestras de Estados Unidos. La gestión la hizo Domingo Faustino Sarmiento. La carta en la que el sanjuanino narra la llegada de uno de los primeros contingente al país

“Mi estimada amiga, llegaron por fin nuestras viajeras, sin novedad aunque después de una larga y, por tanto, penosa travesía. Las señoritas han agradado a las pocas personas que las han visto. Yo estoy contentísimo con ellas y me prometo que ellas lo estarán bien pronto con el país”, le escribió Domingo Faustino Sarmiento a Mary Mann, dándole cuenta del arribo en Semana Santa de las maestras norteamericanas, muchas de ellas con destino a la provincia de San Juan. La carta tiene fecha del 12 de abril de 1870. El original se encuentra en Archivo General de la Nación Argentina (Fondo Biblioteca Nacional. Legajo 766).

Pero estas mujeres no eran igual que el resto. Se les exigió dejar todo por la docencia. En un tiempo donde la única vocación posible era la de ser esposa o monja, estas maestras dejaron todo por su profesión. La escritora Viviana Rivero, autora del libro “Mujer y Maestra en un mundo de hombres”, relató que las norteamericanas firmaron un contrato para venir a Argentina en el que, entre otras cosas, se estipulaba que no podían maquillarse, tomar alcohol en público, ni usar vestidos con el que se les viera los tobillos. Tampoco podían estar solas con un hombre en un salón o en un carruaje. Además no podían tener novio ni casarse. Si esto sucedía, el contrato rescindía inmediatamente.

La llegada de estas maestras implicó una bisagra para la educación del país. La idea de traerlas, había empezado a rodar en la cabeza de Sarmiento en 1845 cuando viajó a Estados Unidos. Fue cuando conoció un método de enseñanza basado en la formación de docentes, clave para la educación popular, que fue su sueño. En un principio la idea era traer 1.000 maestras. Pero en el lapso de tres décadas llegaron al país unos 65 docentes de los cuales 4 fueron varones.

Las maestras llegaron a este país sin saber el idioma. Tenían apenas una idea remota de lo que había por estas tierras. Llegar tampoco les fue fácil, tal como lo escribió Sarmiento en su carta. Viajaron dos meses en barco. Partieron desde Estados Unido a Inglaterra y de allí llegaron al puerto de Buenos Aires. Luego tuvieron que tomar una diligencia por semanas hasta llegar a San Juan, Catamarca, Tucumán, Jujuy, y Córdoba, entre otros destinos.

Concretar este proyecto llevó tiempo. A partir de 1868, ya con Sarmiento como Presidente fue cuando comenzó a materializarse. Diez maestras fueron las que llegaron a San Juan y en un primer momento se las conoció como “las hijas de Sarmiento”.

En principio se les ofreció un salario alto en comparación con el que tenían en su tierra natal y les hicieron firmar un contrato por tres años. Al llegar debían aprender el idioma en pocos meses y ambientarse en distintos puntos del país donde habían creado escuelas. En la carta de Sarmiento a Mary Mann, explica cuál fue el salario que se les propuso y habló sobre la falta de interés de que se instalaran en Buenos Aires. Aclaró Sarmiento en varias oportunidades que no cualquiera podía ser maestro. Esto, porque le había ofrecido a señoritos “estudiados” de Chile e incluso de Argentina. Él quería mujeres, preparadas para la tarea específica de formar maestras y dinámicas, además de animarse a arriesgar todo en otras tierras.

Poco registro hay sobre cómo vivieron estas jóvenes mujeres. Su misión fue formar maestras normales para que continuaran con su tarea. La primera en llegar al país fue Mary Elizabeth Gorman, cuyo destino inicial era San Juan, pero nunca llegó.

Fue un desafío para la época y para estas tierras. Las mujeres se tuvieron que adaptar a otro idioma, pero también a un estilo de vida muy distinto. En San Juan no había electricidad sólo se podía llegar en carreta, que desde Buenos Aires tardaba más de dos semanas. Estuvieron pocos años, pero las huellas que dejaron marcó la educación de hasta no hace tantos años. Por ellas, las maestras normales vieron la luz en este país.

Las maestras norteamericanas que llegaron a la provincia fueron: Mary Olstine Graham, que tenía 27 años, y llegó en 1979. Sarah y Florence Atkinson, llegaron en 1883 y vivieron en San Juan hasta 1886. Tenían 20 y 22 años. Clara Gillies llegó en 1883. Sarah Harrison también llegó en 1883 y dos años más tarde se fue a Catamarca. Cora Hill llegó en 1887. Amy Elizabeth Wade estuvo en San Juan hasta 1888 y luego fue trasladada a Catamarca. Martha Graham de Dudley y Charles Dudley (Su esposo y maestro) llegaron a principios de 1887 a San Juan. Martha era hermana de Mary Graham.

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