Las estimaciones de la EDSA-ODSA para el tercer trimestre de 2025 muestran una pobreza del 36,3% y una indigencia del 6,8%, valores inferiores a los de 2023 y 2024. Sin embargo, el informe aclara que parte de la mejora podría estar influida por un cambio metodológico en la captación de ingresos en la Encuesta Permanente de Hogares.
De hecho, la pobreza oficial proyectada por INDEC para el segundo trimestre de 2025 sería del 31,8%, pero al corregir el subregistro de ingresos, la caída real sería de apenas 2,1 puntos porcentuales respecto al mismo período de 2023. Según estas estimaciones, cerca de tres cuartas partes de la mejora estadística se explicaría por este ajuste metodológico, y la pobreza corregida rondaría el 35%.
El estudio también muestra una fuerte desigualdad según la composición familiar: la pobreza alcanza al 48,8% de la población que vive en hogares con niños, mientras que en los hogares sin niños la tasa cae al 10,8%.
La cronicidad es otro elemento clave: el 27,6% de la población permaneció en situación de pobreza por ingresos entre 2024 y 2025, con un nivel crítico del 60,9% dentro del estrato socioeconómico “Muy Bajo”.
La medición por ingresos es complementada con otros indicadores de privación directa. En 2025, el 46,8% de la población declara que sus ingresos no le alcanzan para cubrir gastos básicos, y la cifra trepa a casi 7 de cada 10 hogares en niveles socioeconómicos bajos. Además, la inseguridad alimentaria alcanza al 18,7% de los hogares, y al 40,2% dentro del estrato más vulnerable.
El deterioro del bienestar emocional es otro dato preocupante: el 37,7% de las personas de nivel socioeconómico muy bajo sufre malestar psicológico, y casi 4 de cada 10 personas que atraviesan estrés económico presentan síntomas similares.
El estudio remarca que los programas sociales son indispensables para evitar un aumento aún mayor de la pobreza. Según las simulaciones, sin estas ayudas la indigencia se duplicaría (12,8%) y la pobreza treparía al 41,8%.