San Juan

Ale Segovia para reír y pensar en los «Tiempos Modernos»

A sala llena y con casi dos horas sobre el escenario del Teatro Sarmiento, Ale Segovia puso anoche en escena nuevamente «Tiempos Modernos». Desde hace mucho tiempo, viene cosechando seguidores con sus posteos de Facebook, y con su trabajo de animación musical de fiestas y acontecimientos. Pero desde el 2021 se decidió a incursionar en el teatro con «El lado B», «Adonde va el amor», «Won» y «Salpicón».

Indudablemente Ale Segovia demuestra que es un artista multifacético y con un gran talento. Canta muy bien y es un enorme contador de historias. Muy cauto para no caer en situaciones ordinarias, afina la puntería y habla de los contrastes entre los nativos entre los 60 y 70 con la actualidad sin que esa diferencia marque necesariamente ventajas de un tiempo sobre otro. Eso lo deja librado a la conclusión de cada espectador, desde un lenguaje llano y muy entrador, sin afectaciones ni grandilocuencias para sacar la risa fácil.

Sus monólogos son una cómica y elaborada versión de nuestras historias de la infancia y juventud, pasando por el catecismo, los velorios, la música, las comidas y la alimentación, el lenguaje, las maneras de bailar, los remedios caseros y los parientes entre otras tantas.

El espectáculo cuenta con una banda de músicos estupenda, coreografías con dos damas a tono con el mensaje del la obra y un público que banca el laburo de un sanjuanino que llena salas en su tierra haciendo humor, algo pocas veces visto por estos lares. 

Marcelino Segovia (tal es su primer nombre) logra lo impensado: sacar de a poco la apatía y el frío de butaca al mortal sanjuanino, que es muy duro para soltar amarras y disfrutar sin tanto prejuicio. Anoche nos reímos mucho, aplaudimos con fervor y nos reímos de nosotros y de nuestras vidas reflejadas con inteligencia y picardía en el escenario del Teatro Sarmiento.

Y además dejen que me dé el gusto de escribirles esto para el final.

Ale Segovia no trata de parecerse a ningún artista foráneo, no se pasa de vivo, cuenta las cosas como sanjuanino y puede hacer pata ancha donde lleve su arte. Es un producto exacto y noble. Marcelino no se hace el gracioso, «es» gracioso… y es de «acá nomás».

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