Política y Economía

Agricultura emitió un protocolo de acción contra la peronospora en época de alta humedad

Advirtió sobre condiciones climáticas ideales para el desarrollo del Mildiu de la vid y emite recomendaciones clave para los productores.

La combinación de alta humedad relativa, lluvias recurrentes, presencia de rocío y temperaturas moderadas ha creado el escenario perfecto para la proliferación de Plasmopara vitícola, el agente causal de la Peronospora o Mildiu de la vid. Frente a esta amenaza, las autoridades sanitarias del Ministerio de Producción, Trabajo e Innovación lanzaron una alerta técnica dirigida a todos los productores vitícolas de la región, instándolos a intensificar las acciones de monitoreo y control.

La Peronospora es una de las enfermedades más destructivas para la vitivinicultura, capaz de comprometer no solo la cosecha del año en curso, sino también la productividad futura de la planta. El patógeno, un organismo similar a un hongo, ataca todas las partes verdes de la vid: hojas, brotes tiernos y, de manera más crítica, los racimos en formación. En las hojas, se manifiesta con las clásicas «manchas de aceite» en el haz y una característica efusión algodonosa blanca en el envés. En los racimos, la infección provoca el momificado de las bayas, generando pérdidas directas en la cantidad y calidad de la uva.

La Dirección de Sanidad Vegetal, Animal y Alimentos subraya que, en el contexto actual, las aplicaciones de fungicidas deben ser estratégicas. Se recomienda priorizar los tratamientos preventivos para crear una barrera de protección en la planta antes de que se produzca la infección. En casos donde ya se detecten los primeros síntomas, las aplicaciones curativas deben ser inmediatas y precisas. Sin embargo, la elección del producto es crucial: solo deben utilizarse fungicidas autorizados por la normativa vigente, y se insiste en la consulta obligatoria con un Ingeniero Agrónomo matriculado, quien podrá prescribir el principio activo y la dosis adecuada para cada situación particular.

Más allá de la intervención química, las buenas prácticas culturales son la primera línea de defensa. Mantener una canopia bien aireada mediante una poda y conducción adecuadas reduce la humedad dentro del follaje, creando un ambiente menos propicio para el patógeno. Asimismo, se debe evitar el exceso de riego durante estos períodos de alta humedad ambiental y incrementar la frecuencia del monitoreo en los viñedos, con especial atención en aquellas parcelas con antecedentes de la enfermedad. La detección temprana es la herramienta más eficaz para contener un brote y minimizar daños económicos significativos.

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