Nota de opinión

A tres años de la cuarentena: Cuando la mentira es la verdad

El 19 de marzo, 15 días después del primer caso en el país de lo que llamaron Covid 19, se anunció por cadena nacional el Decreto N° 297/20 que dispuso el “aislamiento socialpreventivo y obligatorio” (ASPO), durante el 20 y el 31 de marzo. Nos decían que la situación era preocupante con 97 casos acumulados en ese momento. El presidente Fernández con ello abría la puerta al mayor atentado contra la libertad y la salud pública de la historia reciente del país. Sin miramientos fue dócil y consecuente con los organismos internacionales del Nuevo Orden, y desde allí el país emprendió un viaje de miseria sin retorno. Decretos que uno tras otro iban renovando el encierro y el aislamiento. Los medios contaban muertos por minuto y así se encargaban de engordar el terror en la gente pasmada, el desconcierto y el miedo fueron el caldo para tener el escenario ideal en el que se cometieron todo tipo de excesos. La Salud Pública deliberadamente aplicó protocolos inconsultos, decretó la muerte en soledad de miles de personas, no se atrevió a explicar ni debatir públicamente sus métodos frente a los profesionales en la materia que nunca creyeron en esta farsa.

En San Juan se montó el circo del Estadio Aldo Cantoni y del Marta Orellana de San Martín con cientos de camas para impresionar a la gente, apedrearon la casa de la primer persona que tuvo el supuesto virus, le colocaron fajas a la casa de los que signaban como «infectados» y cercaban barrios enteros con policías.   Podías ver a tu familia los fines de semana y los feriados, no más de 12 personas. Los camioneros llegaban al playón del Estadio del Bicentenario y no les permitían siquiera bajarse a orinar. Las escuelas cerradas, los maestros callados y los niños deprimidos en sus casas. Policías de a cientos «controlando» las calles, cerrando negocios, rastreando «fiestas clandestinas», mientras con ello demuestran que hoy, la inseguridad prevalece porque no les ordenan actuar con la agresividad de entonces. Memoria: te arrestaban por pasear tu perro o salir a caminar. Te internaban y nadie podía verte, a tus muertos te los daban hechos cenizas o en bolsa negra y aplicaron los mismos protocolos fatales que impusieron en la Nación. No podías velarlos ni despedirlos y recuerdo que una familia fue a buscar a su fallecido, pero les dijeron que no estaba y ya lo habían sepultado…o sea te cambiaban tu ser amado por otro. Los curas que cerraron las puertas de sus iglesias fueron más de lo mismo, impusieron la distancia social en el sitio donde las personas van a intentar la unión y no les importó el  resto de fe que podía asomar.  En San Juan suspendieron con la anuencia de las autoridades de Salud, los tratamientos de otras patologías y murió mucha gente por eso: sólo existía la mentira covidiana.

Y así podría seguir largamente. San Juan fue un cómplice sumiso a toda aquella horrorosa mentira, una devastadora mentira, crudelísima y fatal. Ellos lo sabían, y callaron. A quienes citábamos a gritos la exonerada Constitución nos acusaban de atentar contra la salud publica, los tres Poderes del Estado permitieron mancillarla y así nos fue. Y lo peor: le hicieron creer que salimos de todo aquello, con una mentira aún peor que se la impusieron a todos, incluidos los niños, con esporádicas dosis. Creo que ya van por la quinta. Dosis de algo que jamás te dijeron oficialmente que no está autorizado, sino «aprobado de emergencia». Tampoco nadie te hablará del índice de mortalidad actual que es mayor que hace tres años. No te lo van a decir y vos vas a seguir creyéndoles y en el peor de los casos los vas a volver a elegir. Allá vos que sos telecreyente y confiás en los que «te cuidan» y que son los mismos que te están matando de hambre con la peor inflación en los ultimos 30 años.

Allá vos, que seguís con el barbijo puesto, que jamás te preocupaste por saber qué te pusieron y por qué ya no te sentís como antes. Y cuando preguntaste, el médico te dijo que no sabe qué te pasa, total nadie la recetó ni se hizo responsable. Ellos lo  van a negar todo siempre pero ya no importa. Habrá alguien que les refresque la memoria y les recuerde que todo fue una gran mentira. Como el payaso de las filminas comparándonos con el mundo, mintiendo que la curva nuestra se aplanó pero debíamos seguir en casa, mientras el pillo estaba de joda con Faby y amigotas en la rosada. Tres años y nadie dice que estamos así de hechos mierda porque permitimos que ganara la mentira y el miedo. Y lo que viene no pinta muy bien por cierto,  parece que nos harán comer bichos. Dios nos ayude.

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