Nota de opinión

Es tiempo de escuchar, debatir y acordar en el tema Salud

El enorme impacto producido en San Juan por el diálogo que mantuvimos el viernes con la Dra Roxana Bruno (MP 920, Bioquímica y Doctora en Inmunología), ha mostrado la necesidad de escuchar otras voces en materia de Salud. No se trata de desacreditar las políticas locales que nos mantuvieron en un envidiable nivel sanitario durante varios meses, sino de enriquecer los lineamientos sobre lo que necesariamente nos tocará enfrentar de acá en más. Las esperanzas para recuperar nuestra vida de siempre estaban puestas exclusivamente en la vacuna de Oxford y Astra Zeneca, la cual entró en una zona por demás polémica al acelerar los tiempos y  presentar problemas graves en la salud de los inoculados. Vale decir, que las actuales medidas restrictivas sociales no se pueden ya mantener mientras «esperamos la vacuna». El argumento era débil desde el comienzo y ahora cayó por el peso de la propia realidad. Hasta la OMS aseguró que hasta 2023 no habrá vacuna confiable.

Entonces, con éste panorama ¿Deberemos continuar sin escuelas, sin actividad recreativa, amenazados de encierro, sin deportes, sin iglesias, sin reuniones familiares ni sociales, con los límites provinciales convertidos en fronteras infranqueables, con el aparato de salud dispuesto casi en forma excluyente para el Covid y descuidando todo lo demás? ¿Todo esto y todo lo que falta por hacer y nombrar, lo dejaremos en pausa hasta que salga la vacuna? La respuesta no puede ser otra que NO. Porque aún quienes sienten correr por sus venas el pánico que se les inyectó a traves de los medios, saben interiormente que la vida no es esto. Que hay que convivir con el virus y debemos aprender cómo hacerlo.

Por eso ha llegado el tiempo de abrir el espectro y buscar opiniones de los que hasta ahora no fueron escuchados. Tal como pusimos en marcha el «Acuerdo San Juan» en una gran iniciativa, algo similar se impone en el orden sanitario. No sirve el golpe bajo del descarte por preconceptos. La corriente de opinión diferente a la oficial fue estigmatizada de antemano sin debate alguno y por consiguiente censurada y silenciada. Acusados de  negacionismo, anticuarentenas, refutados por quienes no tienen nivel de preparación para hacerlo, o bien por el cerrado e impermeable grupo de asesores de salud del Presidente, quienes según los excluídos, han manejado todo con dudoso argumento científico. Jamás supimos los motivos para que la cuarentena se estableciera el 19 de marzo con perentorio cumplimiento desde el día siguiente, cuando en todo el país se habían detectado únicamente 128 individuos afectados con escasamente 3 defunciones atribuibles provisoriamente al Covid19. Los penosos resultados de sus prístinas determinaciones están a la vista al día de hoy. Con la cuarentena más larga del planeta, Argentina supera los 550.000 infectados y  más de 11.300 muertos asignados  al coronavirus.

Es hora de escucharlos a todos y plantarle cara al sistema. Es tiempo de que los infectólogos cedan espacio a los epidemiólogos y debatan. Que cierren filas junto a especialistas en todas las áreas concernientes.  La sociedad se agrietó también por ésto y nos peleamos sin rumbo mientras se pasa la vida y esperamos no sabemos bien qué. Es una enorme oportunidad de ser serios y respetuosos del saber. Humildemente creo que es el único y ultimo recurso para sacar en limpio todo este lío donde descansan y se regodean los refutadores de conocimientos.  Debemos saber si todo lo que hacemos está bien y todo lo que no hacemos está mal, porque ya dudamos de cada paso. Reglas claras nacidas del concenso de quienes ya concluyeron desde su cognición. Esa es la idea y nadie sugiere que sea fácil el acuerdo en temas tan complejos. Se trata de dejar intereses políticos y económicos de lado, las egolatrías y los enconos personales, lo cual es menos probable aún, pero debemos hacerlo.

Estamos todos nosotros y nuestras circunstancias en el medio, por eso hay que pedir abiertamente que las medidas sean concensuadas. Sino, primarán siempre los que avivan el fuego del desconcierto y del temor. Los que disimulan la existencia de las otras muertes, las otras dolencias y las cercanías necesarias para que nuestra vida tenga sentido…o sólo nos quedará el recuerdo de lo que fuimos o el deseo de ser lo que ya no somos.

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