La actividad bancaria comenzó más ordenada y con los abuelos sentados

Ayer el país sufrió las consecuencias de la imprevisión y arriesgó la vida del grupo que más riesgo corre: los abuelos. Fueron mezclados con otros grupos que, ante la desesperación de dar con efectivo, no dudó en transformar la situación en inmanejable. La distancia social y el aislamiento quedaron como una anécdota de otros tiempos a pesar de ser la principal consigna a cumplir en éstos tiempos.

En el día de hoy donde el Presidente Fernández decidió abrir también las entidades bancarias (sabado y domingo), el operativo estuvo a cargo de la policía de San Juan cuyos efectivos desde horas de la madrugada dispusieron sillas estratégicamente ubicadas para cuidar la distancia entre una y otra reduciendo los riesgos de quienes debían cobrar sus haberes. A su vez, personal de Salud Pública aprovecha la situación para vacunar a quienes lo requieren, acercando además ayuda y asesoramiento. 

El enojo presidencial debió ser antes del desastre de ayer. Los bancos debieron hacer saber su desinterés en el asunto y dejar que la provincia tomara las riendas como hoy. Lo único positivo que deja esta situación es que plantea un futuro promisorio en cuanto al cuidado de nuestros viejos. Seguramente el cobro de sus haberes se hará de ésta forma para siempre. Porque no sólo por la pandemia merecen ésta atención.