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Latinoamericanos pasan la Navidad en las calles de Madrid

Ante la saturación del sistema de acogida, muchos refugiados latinoamericanos pasan noches a la intemperie en la capital española. La falta de voluntad política los deja a merced de la solidaridad ciudadana.

El religioso Rufino García cita el Evangelio según San Mateo: «Yo fui forastero y me hospedasteis”. El otoño está a punto de dar paso al invierno y hace frío en Madrid. Algunas noches hace mucho frío. A la vuelta de la esquina están las celebraciones navideñas, pero el mensaje samaritano atribuido a Jesucristo no siempre encuentra eco en estas calles. Rufino García, delegado de Migraciones de la Archidiócesis de la capital española, coordina la acción de las diferentes parroquias madrileñas que desde hace unos meses están acogiendo a los refugiados que llegan a España pero se quedan en la calle. García afirma a DW que «hacemos lo que las administraciones deben hacer y no hacen”.

El sistema de acogida español está saturado. Este año han llegado al país unos 95.000 solicitantes de asilo. La Secretaría de Estado de Migraciones es incapaz de dar un techo a todos los que lo necesitan. Juan de Ávila González, portavoz del área de Familias, Igualdad y Bienestar Social del Ayuntamiento de Madrid, dice a DW que «el sistema no estaba preparado para estas cantidades”. El número de llegadas no ha cesado de aumentar. La mayoría, con pasaporte latinoamericano: sobre todo de Venezuela, Colombia y los países de América Central. Los potenciales solicitantes de asilo de América Latina suelen volar al aeropuerto de Madrid Barajas y quedarse ya en la Comunidad de Madrid, con lo que esta región uniprovincial y la capital soportan gran parte de la presión migratoria. González es tajante: «Ahora mismo se puede decir que el sistema de asilo español, ha fracasado”. 

Donde la Administración no llega, solo queda la buena voluntad

La imagen es cada vez más recurrente. Adultos solos y familias con niños a la intemperie, a menudo a las puertas del Samur Social, el servicio municipal que se ocupa de las acogidas de emergencia. Pero no siempre consiguen camas para todos. El vocero González habla de «colapso”. ¿Cómo se ha llegado a esta situación? No solo se debe a la mayor intensidad de los flujos humanos de entrada. María Jesús Vega, portavoz en España de la agencia de la ONU para los refugiados, ACNUR, explica a DW que muchas personas no reciben cita para formalizar su solicitud de asilo hasta tres o cuatro meses después de llegar. González, del Ayuntamiento, agrega que «la tramitación del asilo dura meses, a veces cerca de un año”. Cada día de más, es una familia en la calle de potenciales refugiados de la que alguien tiene que hacerse cargo. 

Spanien Symbolbild Obdachlosigkeit

Muchas parroquias madrileñas se han organizado para intentar dar a los refugiados la acogida que no encuentran en otra parte.

El Gobierno central debería responsabilizarse de la acogida de estos solicitantes de asilo durante la tramitación de su petición, pero no da abasto. El resultado es que estas personas acuden a los servicios de emergencia de la administración local. Cuando estos se saturan, solo les queda la buena voluntad. Estos refugiados, cuentan quienes les ayudan y están más cerca de su realidad, suelen venir con dinero para pagarse unas noches de hotel, pero no para costearse meses de estancia.

La migración no es la prioridad de los políticos

Ante esta situación, algunos grupos de vecinos se están organizando para pagarles aunque sea una pensión. «Está funcionando la solidaridad de los ciudadanos de Madrid, especialmente cuando hay menores”, subraya González. Las iglesias locales, organizadas en torno a la Mesa por la Hospitalidad, se han convertido en muchos casos en el último refugio.

Cientos de personas han pasado por los techos que brinda este improvisado sistema de refugio de las parroquias. «Hemos tenido a gente de prácticamente todos los países sur y centroamericanos”, cuenta Rufino García. «Vienen sobre todo huyendo de situaciones de extrema violencia, pero también del contexto político de sus países”. Dado que el Ayuntamiento prioriza dar un techo a las familias, a menudo es la única alternativa que les queda a los muchos hombres que vienen solos.

María Jesús Vega, de ACNUR, critica que las actuales «son cifras perfectamente asumibles para un país como España”. Pero la migración no parece estar entre las prioridades de una clase política que todavía no ha sido capaz de formar gobierno tras la repetición en noviembre de 2019 de las elecciones generales.

No basta con «parches»

La preocupación de muchos es que, al otro lado del océano, las causas que empujan a estas personas a huir no dan señales de cambio a corto plazo, con lo que seguirán viniendo. Valga como ejemplo el deterioro del contexto político en Venezuela, que ha aumentado exponencialmente las salidas. «No percibimos voluntad política para solucionar este asunto”, lamenta el religioso García. Desde el Ayuntamiento critican a la administración central. El portavoz González pide que se empiece a hablar ya de una reforma del sistema de asilo. «Si no se implica el Gobierno hasta el fondo en este asunto, podemos seguir poniendo parches, pero siempre será insuficiente”.

Con todo el invierno por delante, las parroquias de Madrid se preparan para ser, en la medida que puedan, el techo que el Estado es incapaz de proveer a estos migrantes y refugiados. También en las fechas especiales que se aproximan, que muchas de estas personas pasarán lejos de sus familias. Pero Rufino García no pierde el optimismo y la energía que necesita para ofrecer más que cuatro paredes: «Si algo hizo Jesús, fue precisamente estar al lado de los pobres y los excluidos”.

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