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EE. UU., con los ojos puestos en la base espacial Alcántara en Brasil

Brasil tiene la base espacial mejor ubicada del mundo. El gobierno opina que el uso por parte de EE. UU. generaría ganancias al país sudamericano. Sin embargo, los críticos advierten sobre la sumisión a EE.UU.

El Congreso brasileño tiene previsto votar este mes sobre un acuerdo que permitiría a Estados Unidos usar la base aeroespacial Alcántara en el estado norteño de Maranhão. El borrador del acuerdo fue firmado por el presidente de EE. UU., Donald Trump, y el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, en marzo, cuando el brasileño estaba de visita oficial en Washington.

La base aeroespacial de Alcántara, construida en 1983, es la mejor ubicada del mundo, porque está muy cerca del ecuador. Con el lanzamiento de un cohete desde allí se ahorra el 30 por ciento de combustible para poner una carga en órbita, en comparación con una realizada desde la base de Cabo Cañaveral, en Florida.

La carencia de desarrollo de la industria espacial brasileña hizo que la base de Alcántara, en las últimas décadas, dependiera de la cooperación con programas espaciales más avanzados de otras naciones. Este es el motivo por el que Brasil firmó el primer acuerdo de protección tecnológica con Estados Unidos en 2000.

Secreto de la tecnología estadounidense

En este acuerdo se preveía que EE. UU. mantendría en secreto su tecnología de misiles y de carga para evitar que Brasil se apropiara de su adelantos técnológicos. Por esa razón, a los brasileños también se les prohibía estar presentes en su base durante el lanzamiento de cohetes estadounidenses. EE. UU. debía pagar a Brasil por su lanzamientos de cohetes desde Alcántara.

Sin embargo, la resistencia de los parlamentarios impidió ese acuerdo internacional. Muchos diputados exigieron garantías de que los sistemas de armas estadounidenses no fueran lanzados al espacio desde Alcántara. Más tarde, Brasil intentó comercializar con Ucrania la base espacial, pero la crisis de Crimea y los altos costes impidieron el lanzamiento del cohete ucranianao Cyclone 4 impidieron.

En 2017, el entonces ministro de Defensa brasileño, Raul Jungmann, entabló de nuevo conversaciones con Estados Unidos que dieron sus frutos: las bases para el acuerdo en marzo entre Trump y Bolsonaro. Ahora el Congreso de Brasil tiene la última palabra.

Nuevas condiciones

En el nuevo acuerdo sobre el que decidirá el Congreso en Brasilia se han modificado ciertos puntos controvertidos. Por ejemplo, a Brasil ya no le prohibe que invierta el dinero pagado por Estados Unido en su propio programa espacial. Sin embargo, no lo debe usar para desarrollar cohetes.

«Estamos hablando de un acuerdo mejor, que facilitaría el progreso de nuestra industria espacial y supone una nueva base para la confianza entre EE. UU. y Brasil”, aseguró Alessandro Candeas, diplomático y coordinador del Ministerio de Defensa y de Asuntos Exteriores.

Juliano Cortinhas, catedrático de relaciones internacionales en la Universidad de Brasilia y asesor de defensa del gobierno brasileño entre 2012 y 2013, no está de acuerdo con el acercamiento a EE. UU defendido por Candeas. «Estados Unidos aspira al uso del territorio brasileño a cambio de dinero», dijo. Eso no aportaría muchos beneficios a Brasil, cree Cortinhas. «Una ventaja sería la adquisición de conocimiento tecnológico y estratégico. Si no quieren compartir sus conocimientos y experiencia, no se les debería permitir usar nuestro territorio», zanja.

Planes para un parque tecnológico

El diplomático Candeas enfatiza que la industria espacial global genera cerca de 300 mil millones de dólares anuales, cinco mil millones solo con el lanzamiento de cohetes. El dinero recaudado podría impulsar la industria espacial en Alcántara.

«El objetivo a largo plazo es crear un parque tecnológico alrededor de Alcántara. El desarrollo comercial del sitio atraerá inversiones en infraestructura, turismo y educación, lo que impulsará el desarrollo de la región», aseguró Candeas.

Carlos Moura, presidente de la Agencia Espacial Brasileña (AEB), considera que el acuerdo es solo el primer paso hacia nuevas alianzas comerciales e iniciativas para desarrollar la industria espacial brasileña. En el acuerdo no se prevé una cooperación de exclusividad con Estados Unidos, según Moura. Él también subraya que el acuerdo es necesario para mantener la base espacial: «Para que una base funcione, se necesitan sistemas tecnológicos operativos, procesamiento de datos, telemetría, radares, sistemas meteorológicos y sistemas de seguridad aérea».

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